miércoles, 8 de junio de 2011

Cuando eres blanquiazul...

El tren de la victoria (1997). Emotiva celebración luego de campronar tras 18 años 

Cierto dicho popular dice que todo hombre puede cambiar de gustos, religión, hasta de sexo pero jamás los colores de su camiseta. Qué gran verdad. Y es que para los que, como yo, amamos el fútbol, identificarse con un equipo va mucho más allá del simple hecho de decir “Soy hincha de”Es crecer desde chico con el que (y con el respeto a las mujeres) es nuestro verdadero primer amor, ese que nosotros elegimos, el que cultivamos con los años, el que nos hace reír y llorar, pero del que nunca vamos a desprendernos.


Así, desde que tengo uso de razón soy hincha del más antiguo y glorioso club del Perú, ALIANZA LIMA. El club de las leyendas y el juego bonito, que vió nacer al Manguera”, al “Nene”, a Cueto, a Escobar, a Waldir, el que le dió grandes jugadores al fútbol peruano, el del famoso “Rodillo Negro”, el que lloró en Ventanilla, el que supo reponerse de la tragedia, el que tiene un hermano chileno llamado Colo Colo, el que esperó con lagrimas en los ojos 18 largos años para gritar campeón, el que dió la vuelta en el año de su centenario.
Y es que ser hincha de Alianza señores es, como dice la canción del Comando, un sentimiento que no tiene explicación. Es gritar cada gol como el último, es saltar en sur o en oriente, es levantarte de la butaca o del sillón con cada pase, taco o huachita, es haber jugado con una pelota de trapo, es llorar cuando recuerdas la vuelta del 97 o la del 2001, es llorar también y que el cuerpo se te estremezca con la trompeta inicial de “De la victoria a la Gloria” y gritar embargado de emoción el ¡ARRIBA ALIANZA! del final de la canción.


Poca gente nos entiende, poca gente comprende todas estas cosas que nos hacen orgullosos de llevar en el pecho el blanco y el azul como segunda piel. Es por ello que me inauguro como blogero a través de esta tribuna que está llena de sentimiento como la popular sur. Voy a compartir todas las historias que mis viejos o mis tíos me contaron, las que yo encontré leyendo, las que ví en televisión, las que viví en el estadio y cada recuerdo que tengo al lado de este primer y más fiel amor. 
Me persigno al Señor de los Milagros, subo las escaleras y salto a la cancha.

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